

























Estallido Latinoamericano
Con hambre y anhelos se gestó la rabia.
Rabia condensada de desidia y desesperación, rabia de años y
siglos de desigualdades desatendidas.
Pueblos hartos de constituciones dictatoriales y poderes
perpetrados, hartos de codicia y explotación descarada, hartos de robos y de
llorar cada semana las muertes sus líderes sociales.
Coalición de poderes.
No se aguanta más.
Estallido.
Estallido como impulso inminente, como una fuerza contenida
a punto de ebullición.
Estallido como un grito desgarrador de angustia, pero
también de celebración de aun, pese a todo, tener garganta para chillar.
Estallido como dignidad.
Ollas hundidas a fuerza de insistencia, cuchara rota,
bandera pisoteada, eucalipto en las narices.
Primeras líneas.
Estallido de armas contra el pueblo, de líquidos tóxicos en
la cara, de nubes de asfixia y perdigones.
Cascos de caballos pisoteando rostros.
Ojos perdidos.
Desborde de desinformación, de racismo, de dominación
simbólica, de xenofobia. Desborde de lucha de clases, de etnias.
Perdida absurda de derechos:
derechos de movilidad, derechos
de congregación, derechos de denuncia,
de privacidad, de protesta, de luto,
derecho de existencia.
Pérdida del derecho a la existencia.
Estallido, porque al igual que una mecha, en el momento en
que se enciende, ya no hay vuelta atrás. Todo aquello que explota desprende
partículas que quedan en el aire para siempre.
*